Aquí les he dejado los primeros signos que puede instruir a su bebé. He elegido estos pues son los mucho más prácticos, los que manifiestan deseos o pretensiones muy básicas, las que tienen los bebés de esa edad.
Un signo muy importante para todos y cada uno de los pequeños que toman el pecho.
¿Por qué razón instruir lengua de signos a un bebé?
La primordial razón es que un bebé de 7 o 9 meses entiende muchas expresiones y, a nivel cerebral es con la capacidad de repetirlas mentalmente, pero su boca, lengua y cuerdas vocales no tienen todavía la fuerza o habilidad primordiales para lograr charlar.
En determinado sentido sus expresiones están atrapadas en el cerebro y no tienen la capacidad de proporcionarles salida hasta precisamente los 18 meses de edad en que tienen la posibilidad de comenzar a charlar. No obstante, el bebé comienza a tener habilidad en manos y brazos varios meses antes (en torno a los 8 o 9 meses de edad) y esto les deja estar comunicado de una forma eficaz usando signos.
¿Por qué razón hay múltiples lenguas de signos para bebés?
Por causas culturales, se han creado varias lenguas de signos y NO son afines (o sea otro mito). Existen algunos signos afines o iguales en varias, pero en la mayoría de los casos difieren tanto en léxico como en gramática. Además de esto, como sucede con las lenguas orales, están sostienes al continuo desarrollo de evolución.
Entender el avance habitual del niño es primordial para advertir la presencia de alguna nosología. Es esencial señalar que la adquisición de capacidades en las distintas etapas no prosigue un esquema recio, sino puede cambiar según el niño, con lo que las próximas etapas deberían tomarse solo de referencia.
En todos y cada etapa el niño debe comprar una sucesión de capacidades que ahora se van a nombrar. Además de esto, se detallarán una secuencia de “signos de alarma” que van a poder asistirle a advertir si existe algún género de retardo madurativo en el niño.
Si hay una sepa de estas capacidades o descubre alguno de los próximos signos, podría ser favorable preguntar con un experto por un viable retardo en el avance.
Semeja que la sensación incesante de preocupación es intrínseca a la condición de madre o padre. Nuestras intranquilidades ahora empiezan desde el embarazo, ¿va a ir todo bien? ¿Va a tener algún inconveniente? Y prosiguen a lo largo de siempre.
Es un tradicional que los progenitores, más que nada los tempranos, nos agobiamos pensando en si nos encontramos haciendolo bien, si lo estimulamos lo bastante, si tiene el peso y la talla adecuados, pero más que nada, si tiene un avance infantil conveniente. Ya que si hay algo que nos preocupa verdaderamente a los progenitores, es ver de qué manera nuestro hijo no hace exactamente las mismas cosas que otros pequeños de su edad.
“¿Aún no afirma nada?”