fray pedro de gante doctrina cristiana en lengua mexicana 1553

Un año mucho más viejo que los 12 fue en México fray Pedro de Gante, el único superviviente de los tres franciscanos flamencos que llegaron en 1523. Fray Pedro de Moor, nativo de Gante, la ciudad más importante de Flandes, quedó en Texcoco para estudiar la lengua mexicana. Texcoco era el primordial centro cultural de México, el Atenas del nuevo planeta, con sus ficheros y sabios hombres. Y allí mismo, en la vivienda del señor que lo alojaba, fray comenzó una admirable tarea escolar, prolongada después en la localidad de México, que debía perdurar cincuenta años. Conocemos bien su historia y apostolado, tanto por las propias Cartas a Carlos I y Felipe II (+V. Martínez Felicidad, Gante 71-90), como por las crónicas de la temporada, singularmente por la del padre Mendieta (V, 18;+A.

lengua

Trueba, Fray Pedro de Gante, IUS, México 19592):

Según Mendieta, fue «el muy sirviente de Dios fray Pedro de Gante primero y primordial profesor y también industrioso adentador de los indios», justo a unos años en que parecían estos parecían varios torpes y también inútiles, en tanto que todavía estaban «como estupefactos y asustados de la guerra pasada, de tantas muertes de los suyos, de su pueblo arruinado, y por último, de tan inmediata mudanza y tan diferente en todas y cada una de las cosas» (IV,13). Con la colaboración de múltiples progenitores y hermanos, y con desconcierto de varios, los indios «prontísimo salieron con los oficios mucho más de lo que nuestros oficiales les encantaría» (IV,13). Fray Pedro, ya que, «fue el primero que en esta Novedosa España enseñó a leer y redactar, cantar y tocar instrumentos, y la doctrina cristiana, en primer lugar en Texcoco a ciertos hijos de primordiales, antes que viniesen los 12, y después en México, donde radicó prácticamente toda su historia… Al lado de la escuela ordenó que se hiciesen otras estancias o repartos de viviendas donde se enseñaran los indios a colorear, y se hacían imágenes y retablos para los santuarios de toda la tierra. Logró educar a otros en los oficios de pedrería, carpintería, sastres, zapateros, herreros y otros oficios mecánicos con los que comenzaron los indios a aficionarse a ellos y ejercitarse. Su primordial precaución era que los pequeños saliesen enseñados, de esta forma en la doctrina cristiana, como a leer y redactar y cantar, y en el resto cosas en que los ejercitaba» (V,18).

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