friedrich schlegel sobre la lengua y sabiduria de los indios

diez Friedrich von Schlegel

1772-1829

En la mitad de las turbulencias políticas y militares que padecía México en 1913, ahora algunas semanas solamente de la trágica muerte el Alfonso Reyes, inicia sus tareas como precursor en la enseñanza de la lengua y la literatura castellanas en México; el relato de semejante aventura intelectual es contado en estas líneas.

I

En 1913 fue clave en la vida de Alfonso Reyes. El 9 de febrero, su padre, el general Bernardo Reyes, fue ejecutado al procurar tomar por ataque el Palacio Nacional. A consecuencia de este suceso, seis meses después, el joven escritor decidió distanciarse de México y se embarcó rumbo a París para realizar modestas funcionalidades diplomáticas. Con este abrupto y lamentable cambio de ámbito, Reyes comenzaba una exclusiva etapa en su historia. A pesar del traumático y lamentable del hecho, en los meses que prosiguieron la desaparición de su padre, y hasta antes de su partida en Europa, el joven de 23 años efectuó sistemáticamente una actividad enseñante que fué poco explorada. Desde el 21 de abril, en medio todavía de una profunda incomodidad, Alfonso Reyes comenzó a impartir un curso en la Escuela Nacional de Altos Estudios de la Facultad Nacional de México. Tenía que ver con la primera cátedra de Lengua y Literatura castellanas que se dictaba en la flamante institución. De esta temprana experiencia enseñante entendemos hasta la actualidad poquísimo. Y, no obstante, fue muy importante. Cuando menos esto puede deducirse por la proporción de materiales que Reyes leyó y redactó para este curso. En la Capilla Alfonsina de la Localidad de México, entre los varios manuscritos, hay 4 documentos que dejan reconstruir con determinado aspecto esta experiencia fundacional de la enseñanza de la lengua y la literatura en México del siglo veinte. Hablamos de un artículo mecanografiado, de prácticamente cien páginas, bajo el título “Historia de la lengua y la literatura castellanas. Apuntes para el curso”; de 2 cuadernos con “Notas de lingüística”, y de un guion de sesiones de la clase 5 a la clase 18. En suma, Alfonso Reyes preparó, pese a los días convulsos que vivía, cerca de trescientas páginas para impartir el curso. Este material, absolutamente heterogéneo, en el que se resaltan notas, citas de libros, señalamientos propios y extraños, apuntes y medites fragmentarias, tienen la posibilidad de ofrecernos un concepto de las herramientas teóricas que el joven tuvo a su predisposición para arrancar esta labor. En términos en general, estos documentos tienen la posibilidad de dividirse en 2 enormes partes: por una parte, las medites, apuntes, citas y notas que estructuran la narración de la lengua; por otro, la parte encargada de la narración de la literatura. En todos estos mundos se tienen la posibilidad de detectar los rastros y trazos de un emprendimiento lingüístico y también historiográfico.

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