Ha debido pasar bastante tiempo, amigos míos, un buen tiempo desde el momento en que me senté aquí en la orilla, cerca de esta tristeza, de ese río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos Dámaso Alonso
un acercamiento de los que dejan huella, de los que marcan para toda la vida. Leer es conocer. El lector con pasión, el que va a ser después escritor y crítico halla en las páginas de los libros que le llegan otras realidades, otras maneras de ver y comprender el planeta y un hilo invisible que anuda los sentimientos a las expresiones.
¿CÓMO ERA?
La puerta, franca. Vino queda y despacio. Ni materia ni espíritu. Traía una rápida inclinación de nave y una luz matinal de claro día.
No era de ritmo, no era de harmonio de color. El corazón la sabe, pero decir de qué forma era no podría pues no es forma ni en la manera ninguna.
Matrimonio de Dámaso Alonso
El poeta se casó en el mes de marzo de 1929 con Eulalia Galvarriato, autora de españa, que se transformó en su inseparable compañera de vida. Se conocieron en la Vivienda de Alumnos, en el momento en que ella dictó un curso de español para extranjeros.
Dámaso Alonso se ejercitó como instructor de lengua y literatura en la Facultad de Oxford, Reino Unido. En 1933 pasó a ser parte de la Facultad de Valencia como catedrático, hasta inicios de la Guerra Civil de españa en 1936.
El poco afortunado misterio familiar
Quizás lo que mucho más se recuerde sobre la vida de Luis de Góngora es la confrontación con Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Esto, por una parte, debe ver con un misterio de familia y, por otro, con el quehacer literario. En este capítulo solo nos vamos a centrar en el primero. Tengamos en cuenta que, a lo largo de la temporada de esos versistas, era mal visto todo el que que no estuviese limpio de sangre, esto es, que no fuese un católico legítimo o, dicho de otra forma, que tuviese en su estirpe alguna conversión. Por esa razón, es que don Luis fue malmirado y molestado por sus colegas. Enterémonos de qué manera era esto de la sangre sucia:
La incesante providencia del secretario Eraso hacia el padre y el tío de Góngora, don Francisco, procede de un raro episodio sobre la señora Ana de Falces, madre de la señora Leonor de Góngora y abuela del poeta. En 1568, a propósito de unas pruebas de limpieza de sangre del señor Francisco de Góngora, imperdonables en la temporada para conseguir cargos y permisos, se despierta el rumor extendido a lo largo de setenta y cinco años de que Ana había sido hija de un sacerdote racionero de la catedral de Córdoba, bulló que amargó la niñez del poeta y le persiguió a lo largo de toda su historia, pues lo probado es que el tal clérigo era hermano de doña Isabel que vivía con él, viuda de Hernando de Cañizares, según testamento de la bisabuela de Góngora, si bien Ana fuera fruto extramatrimonial de la señora Isabel con Alonso de Bella, capitán fallecido en la guerra de Granada y familiar próximo (hermano de abuelo o abuela) de don Francisco de Eraso…