La lengua materna es el primer idioma que predeterminado aprendemos. Es la lengua que nos enseñan nuestros progenitores, la que desde pequeños oímos en nuestro ambiente familiar. Esta define nuestra identidad y procedencia geográfica y asimismo es fundamento de orgullo.
¿Pero y si nuestra lengua materna es indígena? La posibilidad de ser discriminado es bastante alta. De hecho, todos y cada uno de los pueblos indígenas de América Latina experimentaron históricamente una gran presión popular y política, de la sociedad o del Estado, que ha desincentivado la utilización de las lenguas nativas. La desvalorización de las lenguas nativas, y habitualmente la vergüenza de hablarlas, hizo que las familias indígenas privilegien la utilización del idioma dominante como mecanismo de adaptación al contexto popular asimismo dominante. Como resultado, las recientes generaciones están en un desarrollo de olvido de la lengua materna indígena.
El planeta real
Para ilustrar esta reflexión presentaré la próxima metáfora: Una vez que el mundo Plutón, por su tamaño, fué considerado solo “mundo enano” en lugar de “mundo ”, el número de planetas del sistema del sol se ha achicado a ocho. No obstante, existe la hipótesis de que hay un noveno mundo en nuestro sistema del sol con una órbita alén del cinturón de Kuiper, donde existen muchos planetas enanos igual a Plutón. De este modo lo indican las órbitas de ciertos cuerpos celestes, que podrían ser desviados por un cuerpo de masa mayor. Caso de que esta hipótesis sea afirmada, una revolución al sol duraría unos 20.000 años terrestres. De momento es solo una hipótesis y, entonces, su vida no es dependiente de nuestro conocimiento. Su vida sería una “situación externa” en la cabeza humana.
En otras disciplinas, como en las humanidades, la verdad es diferente. Las realidades por lo general son mentales como economía, psicología y lingüística. Por poner un ejemplo, la economía trata del dinero, y el dinero solo existe en la cabeza humana. Las monedas y billetes solo tienen un valor representativo. De esta manera, una lengua asimismo es dependiente del grupo de opiniones, valores y también ideologías de la gente en contacto con esta lengua. Hablamos a realidades mentales. No hay lengua que no sea situación mental y que permanezca sin que la haya comentando.